domingo, 5 de octubre de 2025


 “EL CURA DEL PUEBLO” de José Gutiérrez Solana de 1923, óleo sobre lienzo- Actualmente en el Museo de Bellas Artes de Asturias en Oviedo.

martes, 23 de septiembre de 2025

El 25 de abril de 1990 VIOLETA BARRIOS DE CHAMORRO asumía la Presidencia de Nicaragua, un país que aun debía superar las consecuencias de una guerra y la división entre sandinistas y oposición. Gobernó entre 1990 y 1997.

Escribí estas notas cuando falleció en el exilio en Costa Rica el 14 de junio de 2025. Fue la esposa de Pedro Joaquín Chamorro asesinado en 1978 por la dictadura de Somoza. Formaba parte de una de las familias más influyentes de Nicaragua. Ella y sus hijos Cristiana, Pedro Joaquín y Carlos Fernando, han sufrido la despiadada represión de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, quienes con una terrible deriva dictatorial han llevado a Nicaragua al desastre, aniquilando cualquier voz crítica.

En 1979 formó parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, que se formó después del triunfo sandinista y la derrota de régimen somocista.

En 1980 abandonó la Junta y en 1989 se formó la UNO (Unión Nacional Opositora) integrada por 14 organizaciones políticas. Encabezando ella la candidatura de la UNO ganó las elecciones en febrero de 1990.

Conocí a Doña Violeta siendo presidenta. Recuerdo que la reunión con ella fue muy agradable. También me reuní con Antonio Lacayo, cerebro gris del gobierno que estaba casado con Cristiana, hija de Doña Violeta. Guardo recuerdos muy especiales de mis viajes a Nicaragua.

He leído “Sueños del corazón”, memorias de Doña Violeta publicadas en 1997 y “La difícil transición nicaragüense” de Antonio Lacayo publicado en 2005.

 

viernes, 19 de septiembre de 2025

Notas después de leer “LOS DE BILBAO NACEN DONDE QUIEREN” de MARÍA LARREA 

En junio de 1943 una prostituta de Bilbao deja al cuidado de unos jesuitas a su hijo recién nacido. Poco tiempo después, en Galicia, una mujer da a luz a una niña y la abandona en un convento. Con este punto de partida, Larrea recorre hacia atrás una complicada historia familiar que la lleva a Bilbao, la ciudad donde se encuentran las claves de sus orígenes. Una historia sobre adopciones ilegales con el trasfondo de los últimos coletazos del franquismo.

«Nadie se acuerda del momento en que nació». Con esta afirmación se inicia la novela de María Larrea bilbaína nacida en 1979 y residente en Francia, y es que como la propia narradora explica: «es imposible, las estructuras cerebrales que permiten fabricar los recuerdos son inmaduras en los bebés». De esta forma, se nos señala un hecho que está estrechamente relacionado con el argumento del libro: las adopciones ilegales producidas durante el franquismo y la consecuente creación de falsas identidades en muchas personas.

Estamos ante una autobiografía familiar que transcurre entre la posguerra española y el París del siglo XXI, en el que la búsqueda y construcción de la identidad personal y familiar ocupa el lugar central. 

Una tirada al tarot cambia por completo su vida. María Larrea descubre así que fue adoptada y emprende una búsqueda incansable en busca de la verdad.

Larrea nos muestra también una España de posguerra y dictadura sumida en la penuria, la desigualdad, con una educación religiosa grabada a fuego que marcó la vida de tantos españoles y españolas.

La maternidad y los vínculos maternofiliales serán igualmente eje central de una novela que arranca con un parto, una escena que se muestra en toda su crudeza y que estremece por la frialdad de los personajes que participan en dicho nacimiento.

La violencia contra la mujer, los claroscuros de la Iglesia Católica y la precariedad laboral son otros temas del texto.

Una buena novela de corte autobiográfico con un entramado narrativo inicial en el que los lectores iremos encajando las piezas de diferentes personajes en distintos lugares y años.

No es solo la historia de María Larrea sino también, y especialmente, la de Victoria y Julián. Vidas marcadas por unas condiciones terribles en la infancia, por abandonos, violencias, exilios, soledades, estrecheces, revelaciones, dudas, etc. aunque siempre con un punto de esperanza y ternura entre todo ese sufrimiento.

La historia es potente y el libro tiene un valor literario importante, mezclando retratos de la España real con intimidades, drama, humor, ternura. Una novela basada en hechos reales.

Dice la autora: “Yo no soy un bebé robado del franquismo porque nací en el 79, pero es verdad que es consecuencia de todo aquello. He escrito la novela para contestar a esa pregunta, entender por qué tres huérfanos de una misma nación, que es España, iban a formar una familia en los años 80 en Francia. Todo esto habla de exilio, de inmigración, de miseria… de esa España del siglo XX que ha creado tantos huérfanos, porque había una miseria moral, económica y mucho sufrimiento, ya que salían de una guerra civil. Yo era ya la cola de la cometa, el final de esa historia, ya no se podían seguir haciendo esas cosas en este país. Pero, ¿Cómo me ha impactado? Me ha hecho sentir todavía más española, que era algo que yo buscaba cuando estaba en Francia, sentía que había un problema de identidad porque yo había nacido en España. El problema identitario ya lo tenía, aunque todavía no sabía lo de la adopción. Era hija de inmigrantes y no tengo la nacionalidad francesa, pero he crecido en París, en un medio burgués, soy hija de obreros, pobre donde los ricos, española donde los franceses, bilbaína en París, todo tenía doble cara. Este descubrimiento me ha hecho sentir más española, y también he sentido que mi soledad la compartía con otras soledades, el escritor comparte su soledad con otras soledades, las de los lectores”.

 

sábado, 13 de septiembre de 2025


 “SEÑORA ESCRIBIENDO EN UN SILLÓN”, óleo de 1929 de la pintora alemana GABRIELE MÜNTERR (1877 – 1962)

lunes, 8 de septiembre de 2025


Notas después de leer “VALIÓ LA PENA: UNA VIDA ENTRE DIPLOMÁTICOS Y ESPÍAS” del diplomático JORGE DEZCALLAR.

Un libro con interés. ameno y con valor histórico por los hechos a los que nos acerca un diplomático que ha vivido en Polonia, Nueva York, Uruguay, donde vivió el 23 F, Marruecos, donde fue embajador ante Hasán II y Mohamed VI, Roma donde ocupaba la embajada del Vaticano cuando murió Juan Pablo II y el cónclave eligió a Benedicto XVI y Washington, donde vivió la victoria electoral de Barack Obama.

Por el libro desfilan la familia real, seis presidentes españoles, ministros de todos los colores, personajes como Gadafi, Bourguiba, Carter, Sharon, Chávez o Arafat… Jorge Dezcallar fue director del Centro Nacional de Inteligencia y desde allí fue testigo en primera fila de la gestión de los atentados del 11 de marzo de 2004. Y reconoce que fue «marginado, engañado y manipulado» durante aquellos días, para que el CNI siguiera defendiendo la posible autoría de ETA ante la opinión pública en vísperas electorales. Una estrategia no de Estado, sino de partido, que Dezcallar critica desde su insobornable independencia.

Es un libro de memorias, de “recuerdos selectivos”, de algunos momentos especiales vividos como embajador de España, como director general de África y Oriente Medio, como director del CNI.

Recuerda al ministro Fernández Ordóñez, de quien hace una reseña muy elogiosa, el tema del Magreb, las relaciones con Marruecos, la firma del tratado de mistad cooperación y buena vecindad, el Frente Polisario y los equilibrios magrebíes. Reflexiona sobre Marruecos y analiza los elementos que entorpecen la relación bilateral, calificada de complicada, donde los temas que se tocan a diario “te pueden explotar en la cara en el momento menos pensado”. Relata la ocupación del islote de Perejil y la operación de desalojo, la humillación marroquí y los buenos oficios estadounidenses que permitieron poner por escrito un entendimiento bilateral y su garantía posterior.

Un capítulo singular está dedicado al proceso de reconocimiento del Estado de Israel y que ello no supusiera una fuerte campaña contra España por el mundo árabe. Otro capítulo está dedicado al asesinato del Embajador español en el Líbano, Pedro Manuel de Arístegui, y su actuación para la repatriación del cadáver en medio de diversas anécdotas y explicaciones de la situación en este país. Un capítulo interesante es el dedicado a los preparativos y desarrollo de la conferencia de paz de Oriente Medio en Madrid en 1991. 

La segunda parte del libro se abre con su nombramiento como director del CNI, su paso por el servicio de inteligencia y su dimisión final. Se deduce que el autor quiere dejar escrita su visión de algunos acontecimientos de su paso por el CNI y, en particular, de los atentados del 11 de marzo de 2004 y sus consecuencias políticas. Es interesante lo que escribe sobre aquellos hechos.

El libro incluye referencias de su paso como embajador ante la Santa Sede. Personalmente me resulta de interés la narración de la experiencia en la Santa Sede, incluyendo el escaso tacto de Rodríguez Zapatero y el buen papel realizado por la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega al asumir la coordinación de las relaciones con la Santa Sede.

En el capítulo final narra de forma interesante su paso por la embajada de España en Washington y hace un recorrido por diversos acontecimientos de interés político: la convención demócrata, la presentación de las cartas credenciales, la elección de Obama, sus fracasos en política exterior y el deterioro de su imagen y, lógicamente, describe también los problemas existentes en las relaciones bilaterales que tenían que recomponerse tras el profundo desencuentro de Rodríguez Zapatero con el presidente Bush, con la abrupta retirada de las tropas de Iraq.

El autor señala la importancia que significó la entrada de España en el G-20, el éxito de la visita del presidente Rodríguez Zapatero, las dificultades en la consecución de una entrevista de Obama con el rey y su consecución, el pleito y la sentencia favorable sobre el cargamento de oro y plata del barco Nuestra Señora de las Mercedes en contra de Odyssey Maritime Exploration y, de forma especial, la normalización de relaciones y sus problemas, siendo el tema de la defensa lo que le interesa más a Estados Unidos en sus relaciones con España.

Como he leído en un cometario que suscribo, el libro merece leerse no solo por lo que aporta, sino por lo que divierte. Merece la pena.

martes, 2 de septiembre de 2025


 “FLORA” de TIZIANO de 1515, óleo sobre lienzo. Actualmente en la Galería de los Uffizi en Florencia.

jueves, 28 de agosto de 2025


 Notas después de leer “LOCURA NUCLEAR: LA CRISIS DE LOS MISILES EN CUBA” de SERHII PLOKTY, considerado el mejor libro escrito sobre aquellos acontecimientos.

Todo empezó en 1961, con la fracasada invasión estadounidense de bahía de Cochinos en Cuba. En octubre de 1962 el mundo atravesó una crisis que puso en riesgo su propia existencia. Al descubrir la presencia de misiles atómicos en suelo cubano, John F. Kennedy se enfrentó a la Unión Soviética en un pulso que estuvo a punto de ocasionar la Tercera Guerra Mundial. Serhii Plokhy analiza a fondo con rigor y detalle el contexto en que se desarrolló la crisis y las decisiones de sus protagonistas. Se ponen de manifiesto los errores de la inteligencia americana y de los espicas soviéticos. El libro es, también, un retrato de la revolución cubana, del clan Kennedy y del ascenso y caída de Jruschov dentro del Politburó. The Wall Street Journal lo ha llamado “uno de los libros más importantes jamás escritos sobre la crisis de los misiles y las relaciones internacionales del siglo XX”.

Quizá dos de los hechos más inquietantes del libro son: que Castro deseaba de veras que se produjera un ataque nuclear contra Estados Unidos para acabar de una vez con el imperio, aunque eso supusiera el fin de Cuba, y que John Kennedy y Nikita Jrushchov, los líderes estadounidense y soviético, en realidad no sabían muy bien lo que estaban haciendo al intercambiar amenazas y mensajes confusos, quizá porque ambos querían ganar tiempo y solucionar el problema sin que nadie les pudiera acusar de haber sufrido un derrota.

Jrushchov despreciaba a Kennedy. Le parecía un joven inexperto al que podría abrumar en los múltiples frentes que entonces estaban a punto de convertir la Guerra Fría en una guerra caliente: por la existencia de un Berlín Occidental capitalista en mitad de la Alemania comunista y por el despliegue de misiles estadounidenses en Europa que apuntaban a la Unión Soviética. El líder soviético decidió colocar misiles nucleares en Cuba: por un lado, eso evitaría una nueva invasión, pero sobre todo Jrushchov quería que Estados Unidos sintiera la inquietante sensación de tener misiles cerca de casa apuntando a sus ciudades. Castro se mostró encantado, aunque poco a poco se fue dando cuenta de que él pintaba más bien poco en esa batalla entre los dos gigantes.

Plokhii cuenta cómo, a partir de julio de 1962, las armas nucleares fueron llegando a escondidas a Cuba en barcos soviéticos, cómo los operarios soviéticos empezaron a montarlas en unas precarias condiciones que incluían un calor agobiante e insoportable para gente acostumbrada a temperaturas bajas, las incomodidades de instalar ese equipamiento extremadamente peligroso en la selva tropical con el mal estado de las comunicaciones y la mala comida, todo lo cual produjo enfermedades y una generalizada caída de la moral soviética. También explica con detalle cómo los vuelos de reconocimiento estadounidenses acabaron descubriendo lo que estaba pasando.  La Unión Soviética desplegó en Cuba a unos 43.000 soldados en la isla durante el verano y el otoño de 1962.

Los equipos que rodeaban a los dos líderes intercambiaban mensajes, amenazas y promesas: si la URSS desmontaba sus misiles en Cuba, Estados Unidos retiraría los que apuntaban a Moscú desde Turquía. Pero costaba entender qué quería realmente el otro.

Kennedy secundó la estrategia propuesta por McNamara y ordenó un bloqueo sobre Cuba para evitar la llegada de más misiles, las defensas antiaéreas soviéticas derribaron un avión espía estadounidense en el llamado "sábado negro" y al final, tras intensísimas negociaciones diplomáticas Jrushchov dio marcha atrás.

Kennedy le había ganado la partida: todo el entorno moscovita sintió que su actitud al desplegar los misiles había sido temeraria y que, al final, no había sabido salir del embrollo que él mismo había creado. Jrushchov nunca se recuperó de esa sensación de derrota, aunque lo cierto es que también logró algunos de sus objetivos: Cuba no fue invadida y siguió siendo comunista, a pesar de que Castro siempre lamentaría con ira que le hubieran dejado de lado en todas las negociaciones.

Se trata de: “Un minucioso ensayo del historiador Serhii Plokhy reconstruye los entresijos de la crisis de los misiles que enfrentó a Kennedy y Jrushchov y recuerda lo cerca que estuvo el mundo de una dimensión destructiva desconocida”.